¿Alguna vez has escuchado hablar de hábitos de compra y consumo? Se trata de aquellos gastos que pueden hacer que tu dinero te rinda o no.
Cuando hablamos sobre cómo administrar mi dinero, un aspecto de vital importancia es conocer en qué estamos gastando nuestro dinero. Y es que una persona que tiene un buen ingreso no necesariamente lleva un buen nivel de vida.
Esto se debe a que la gente gasta más de lo que ingresa. Lo mismo da si tienes un ingreso de 6 mil pesos que de 40 mil pesos al mes; si tus hábitos de compra y de consumo superan en gasto lo que ganas, no tendrás garantizada tu salud y tranquilidad financiera.
La mayoría de las personas viven al revés. Utilizan el crédito para vivir, en lugar de ahorrar para alcanzar sus metas. Y no está mal recurrir al crédito porque, al final, para muchos que no somos millonarios, ni nos ganamos la lotería, ni hemos recibido una herencia, es la única manera de hacer crecer tu patrimonio.
Todo depende de para qué usas tu crédito y que éste no termine teniendo control sobre ti, y es aquí en donde la mayoría de las personas se pierde y entonces pierden de vista qué hábitos de compra pueden sostener.
Pongamos un ejemplo: es posible que un empleado de oficina pueda comprar con sus ahorros o su ingreso un traje, corbata y dos camisas para renovar su guardarropa. Pero resulta que llega a la tienda departamental, le ofrecen una línea de crédito muy atractiva, meses sin intereses, y promociones como compra hoy y empieza a pagar hasta dentro de medio año, que ese mismo empleado, no se comprará un traje, sino dos o hasta tres, más otras tres corbatas, camisas y hasta los zapatos. Evidentemente andará muy bien vestido en la oficina, pero ¡luego de haber dado un “tarjetazo” que todavía ni empieza a pagar!
Ese es uno de los principales problemas al momento de gastar. Perdemos de vista para qué nos alcanza y qué nivel de vida podemos tener con nuestro nivel de ingreso y nos volvemos presas de la mercadotecnia aspiracional que ha dejado de vender productos para vendernos sensaciones o emociones que pueden estar muy bonitas, pero que definitivamente no podemos pagar y hacerlo, es a costa de nuestra salud, el bienestar de nuestra familia y nuestra tranquilidad.
Así que, antes de tu siguiente compra, no olvides hacerte dos preguntas fundamentales: ¿lo puedo pagar? Y, ¿realmente lo necesito? Si tu respuesta es positiva, sigue adelante y disfruta tu compra; y si no, estás a buen tiempo de recapacitar.