Ponerle nombre y apellido a nuestras metas es uno de los principales y más importantes pasos para una planeación financiera exitosa.
Y es que definitivamente saber para qué se está ahorrando, por ejemplo, te sirve para poner más empeño y evitar caer en tentaciones, porque sabes dónde vas, porque quieres lograr aquello que te propusiste, por lo que luchas diariamente.
Un factor importante en este punto es ser muy específico, entre más lo seas, mayor solidez tendrán tus propósitos.
El segundo paso dentro de esta planeación financiera es establecer un tiempo límite para lograrlas. Piensa por un momento cuando dices, por ejemplo, voy a bajar de peso. Si te das cuenta, no especificas, no dices cuántos kilos tendrás que bajar en total, ni siquiera por mes, tampoco estableces en cuánto tiempo.
Sería muy diferente si el propósito fuera en cinco meses debo bajar cinco kilos, un kilo por mes, aproximadamente, ¿te das cuenta de la diferencia?
Finalmente, y no por ello menos importante, deberás establecer las acciones que te permitirán lograr esos propósitos; siguiendo con el ejemplo, ¿qué debes hacer para bajar de peso? Podrías comenzar una rutina de ejercicio, tomar por lo menos dos litros de agua diariamente, etcétera.
Esos son a grandes rasgos los pasos que debes seguir, pero no es todo lo que debes realizar para lograr tus metas.
¿Cuántas veces has salido de compras y al regresar no te das cuenta que gastaste todo lo que llevabas? Es fundamental que sepas administrar tu dinero, ya que ello será determinante para lograr tus objetivos.
El resultado de este tipo de arranques de compras es que adquieres deudas que no puedes pagar, o peor aún, te gastaste el dinero contemplado para algo que sí tenías presupuestado, y ahora no sabrás cómo asumir ese gasto.
Es importante que gastes de acuerdo a tus posibilidades, es decir, no te endeudes si no podrás pagar, porque después no sabrás ni cómo asumir éstos gastos innecesarios.
Una clave para lograrlo es distinguir los deseos de las necesidades, es sencillo, sólo debes preguntarte ¿lo quiero o lo necesito? Tus necesidades básicas son aquellas de las que no puedes prescindir, como alimentarte, vestirte, un lugar donde vivir, tu salud, por ejemplo.
Pongamos las cosas así, una necesidad básica es comer, pero comer diario fuera de casa es un deseo, no las confundas. Una forma de escapar de falsas necesidades es preguntarte antes de adquirir algún bien o servicio: ¿lo quiero o lo necesito? ¿tienes dinero o piensas utilizar el crédito para comprarlo? ¿cómo afectará esta adquisición mi presupuesto?
Para lograr nuestras metas es necesario sacrificar parte de nuestro consumo presente, por nuestro consumo futuro. Ésto no significa todo, está bien que te diviertas y que te des un gusto, pues ello contribuye al equilibrio de tu vida, pero siempre debes tener dentro de tu planeación esos “pequeños placeres”, para que no se salgan de control tus gastos.